Por: Pablo Franco
Alejandro Hernández
No hay duda que la Química debía nacer con la conquista del fuego por el hombre, y que sus orígenes deberán encontrarse en las artes y oficios técnicos del hombre primitivo, de los que tenemos idea por los materiales usados por él y encontrados en los restos de las civilizaciones desaparecidas. Los artículos normalmente encontrados son de metal, cerámica, vidrio, pigmentos y telas teñidas, por lo que la extracción de los metales de sus menas, la fabricación de vidrios y cerámica, las artes de la pintura y del teñido, así como la preparación de perfumes y cosméticos, práctica de la momificación y otros oficios análogos seguidos en las civilizaciones primitivas, constituyen los conocimientos sobre los que está basada la «Química» de aquellos tiempos.
Alejandro Hernández
No hay duda que la Química debía nacer con la conquista del fuego por el hombre, y que sus orígenes deberán encontrarse en las artes y oficios técnicos del hombre primitivo, de los que tenemos idea por los materiales usados por él y encontrados en los restos de las civilizaciones desaparecidas. Los artículos normalmente encontrados son de metal, cerámica, vidrio, pigmentos y telas teñidas, por lo que la extracción de los metales de sus menas, la fabricación de vidrios y cerámica, las artes de la pintura y del teñido, así como la preparación de perfumes y cosméticos, práctica de la momificación y otros oficios análogos seguidos en las civilizaciones primitivas, constituyen los conocimientos sobre los que está basada la «Química» de aquellos tiempos.
Los PRINCIPALES aportes de la época primitiva a la química fueron los descubrimientos del hierro, metal, estaño y bronce.
El hombre primitivo se interesaría en primer lugar por los metales por ser materiales resistentes y duraderos a los que podía dárseles forma con mayor o menor facilidad. Su utilización constituye las sucesivas edades del oro y plata, del bronce y del hierro.
El hombre prehistórico, al buscar el origen y la naturaleza de todo lo que le rodeaba creó los mitos en los que cada cosa, cada fuerza natural era un dios o una figura humana; de aquí las teogonías y las cosmogonías de los pueblos primitivos, en las que los fenómenos se imaginan producidos por la acción de agentes sobrenaturales cuya intervención' explica todas las anomalías aparentes del universo. Este estado teológico de la Ciencia se mantuvo hasta el siglo VI a. J.C., en que apareció en Grecia un poderoso movimiento intelectual y sus más grandes filósofos especularon sobre el mundo y sobre la naturaleza de la materia, y plantearon claramente muchos de los problemas fundamentales de la Ciencia. La idea de la existencia de un principio permanente origen de todo fue ya un principio tangible; para TALES, de Mileto (aproximadamente 624-565 a. J.C.) fue el agua;ANAXIMENES (alrededor de 585-524 a. J.C.) sostuvo que era, el aire, y para HERACLITO, de Efeso (aproximadamente 540-475 a. J.C.) era el fuego. Más, tarde, EMPÉDOCLES, de Agrigento (alrededor de 500-430 a. J.C.) aceptó los elementos de sus antecesores, a los que agregó uno más, la tierra, substituyendo así el principio único de la Escuela naturalista Jónica por los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego, que servían de alguna manera de soporte a las cualidades fundamentales de caliente y frío, y seco y húmedo, y dos fuerzas cósmicas, el amor y el odio, que son las raíces de todas las cosas. Esta teoría de los cuatro elementos fue aceptada por ARISTÓTELES de Estagira (384-322 antes de J.C.), el más grande pensador griego y un infatigable escritor, cuya autoridad hizo que perdurase durante unos dos mil años.
En realidad, los cuatro elementos no eran más que la generalización y representación de una observación familiar, pues un cuerpo es sólido (tierra), líquido (agua) o gaseoso (aire), o bien se encuentra en estado de incandescencia (fuego). Pueden incluso imaginarse como vestigios lejanos de las teogonías prehistóricas al suponer el hombre primitivo el dios Viento, el dios Trueno, el dios Lluvia y el dios Rayo, que poco a poco irían perdiendo su carácter sobrenatural y que en la imaginación fogosa de EMPÉDOCLES pasaron a la categoría de simples elementos.
La Química es una ciencia, y por tanto amoral. No es exactamente así, aunque a los científicos les guste a veces verse fuera de la sociedad real, lo cierto es que ésta influye en la Ciencia (en todas) mucho más de lo que nos atrevemos a pensar.
La Química ha dado múltiples beneficios a la Humanidad. No tenemos más que pensar un poquito para darnos cuenta de que todo lo que vemos a nuestro alrededor está tratado, modificado, generalmente mediante algún proceso o algún producto que no dudaríamos en llamar "químicos".
La Medicina se sirve de la Química para elaborar fármacos, las empresas energéticas para sacar energía del petróleo, que por algo se llama "crudo", todas las manufacturas emplean plásticos y productos que no han sido forjados, pero sí conseguidos en laboratorios químicos, y todos los productos de higiene y cosmética que utilizamos cada día son productos de la Química, lo mismo que la propia comida que consumimos la mayoría de las veces.
¿Cómo pensar que una ciencia que afecta de tal forma a la sociedad está separada de ésta?
Lo vemos más claramente cuando pensamos en los perjuicios que han tenido que ver con la Química.
En la Primera Guerra Mundial, el sector químico de las potencias europeas experimentó un auge espectacular a causa de los exitosos descubrimientos de algunos químicos en torno a los gases paralizantes y mortales que décadas más tarde perfeccionaría Hitler. Hoy en día, la ubicuidad de los procesos químicos para elaborar productos, hace que también sea ubicua la contaminación que en forma de residuos provoca todo proceso físico en general, y químico en particular. Precisamente un campo en auge dentro de la química es el relacionado con el medio ambiente...
La Química la llevan a cabo y la hacen avanzar técnicos y científicos, que a fin de cuentas son personas, y como tales, tienen sentimientos y objetivos, y que no pueden (ni deben) abstraerse por completo de lo que la sociedad requiere, y es precisamente la sociedad la que porta la moral pública que después rige en las disciplinas científicas.
La Química ha dado múltiples beneficios a la Humanidad. No tenemos más que pensar un poquito para darnos cuenta de que todo lo que vemos a nuestro alrededor está tratado, modificado, generalmente mediante algún proceso o algún producto que no dudaríamos en llamar "químicos".
La Medicina se sirve de la Química para elaborar fármacos, las empresas energéticas para sacar energía del petróleo, que por algo se llama "crudo", todas las manufacturas emplean plásticos y productos que no han sido forjados, pero sí conseguidos en laboratorios químicos, y todos los productos de higiene y cosmética que utilizamos cada día son productos de la Química, lo mismo que la propia comida que consumimos la mayoría de las veces.
¿Cómo pensar que una ciencia que afecta de tal forma a la sociedad está separada de ésta?
Lo vemos más claramente cuando pensamos en los perjuicios que han tenido que ver con la Química.
En la Primera Guerra Mundial, el sector químico de las potencias europeas experimentó un auge espectacular a causa de los exitosos descubrimientos de algunos químicos en torno a los gases paralizantes y mortales que décadas más tarde perfeccionaría Hitler. Hoy en día, la ubicuidad de los procesos químicos para elaborar productos, hace que también sea ubicua la contaminación que en forma de residuos provoca todo proceso físico en general, y químico en particular. Precisamente un campo en auge dentro de la química es el relacionado con el medio ambiente...
La Química la llevan a cabo y la hacen avanzar técnicos y científicos, que a fin de cuentas son personas, y como tales, tienen sentimientos y objetivos, y que no pueden (ni deben) abstraerse por completo de lo que la sociedad requiere, y es precisamente la sociedad la que porta la moral pública que después rige en las disciplinas científicas.
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